Celebramos la clásica cena de sidrería en Sábado Santo en una de nuestras favoritas por la carne.
Asistentes: Uschi, Santi, Rober, Edu, y Nesss.
Ya de vuelta, Nesss tiene poco tiempo de siesta hasta que llegó el resto y Edu la estira hasta dos horas: cuando despierta los demás ya habían estado de tragos en el Horbel y Pedro Mari y se encaminaban andando a la sidrería. Edu los intercepta por el camino a pesar de ir aún medio dormido. Vemos que el desvío a la sidrería está justo antes del derrumbe de la carretera.
Nada más llegar ya nos sacan cinco trozos hermosos de txorizo (que no txorizillo) a la sidra. Luego una tortilla de bakalao enorme y de cuatro dedos de gorda, jugosa y riquísima. Le siguen cinco trozos de bakalao cada uno con su pimiento verde, rojo y cebolla pochada. La primera y segunda txuleta ricas, pero no tanto como recordábamos, quizá demasiado hechas. De postre, queso, nueces, tejas, cigarros de Tolosa y dulce de membrillo. Junto a los incontables txotxes de sidra y panes para cinco personas, hicieron un total de 189,35€ (casi 38 por persona, por encima de la media).
Además de la nuestra, sólo tres mesas más. La más grande es la última en ser ocupada por... familias con numerosos niños corretones. Y al contrario que en la anterior, en ésta no podemos decir que ningún menor de edad probara la sidra, con o sin la connivencia paterna/materna. Ni la de los sidreros. La altura de los grifos se convierte en un problema para algunos que tienen que ponerse de puntillas, pero que a base de beber sidra (muy nutritiva, como es bien sabido) posteriormente llegaban ya sin problemas. Sólo dos cenaron de pie, no hace falta decir nombres. Las kupelas metálicas las probaron una única vez, y no fuimos los únicos, ya que incomprensiblemente estaba más caliente de lo habitual y su sabor no nos gustó, así que nos concentramos en las de madera, que estaban mucho mejor.
El ritmo sacando comida fue rápido (consecuencia de tener tan pocas mesas) y hubo que pedir una vez más tiempo para las txuletas. La falta de siesta hace que Nesss amenace con hacer un rolling nuts pero la sangre no llegó esta vez al río. Mucha charleta con el majo del cashero y con los de la mesa de dos, que hacía muchos años que no salían de sidrería. No fuimos los últimos en salir.